18 sept 2013

Por primera vez ser profesor, de Oaxaca y moreno es un riesgo


Va esta crónica del desalojo de maestros del Zócalo (Ciudad de México), enviada por el maestro Marco Esteban Mendoza, compañero también del seminario de Cultura Escrita y Postcolonialidad.




Compañer@s:

Había llegado a casa ya muy tarde. Ese día, 12 de septiembre, habíamos llevado, en la camioneta de Carmen, el 10o cargamento de frutas (manzana y plátanos) para los maestros de Oaxaca y Chiapas que estaban en el campamento del Zócalo. Estos cargamentos han sido posible gracias a la cooperación de profesores de la Sección 9, 10, UPN, Red Metropolitana de Lenguajes para la Transformación de la Escuela y la Comunidad, Movimiento Mexicano para la Escuela Moderna y otros compañeros. Entregamos los víveres y aprovechamos para estar al tanto de las noticias. Un día antes habíamos participado en una de las manifestaciones más grandes realizadas por la CNTE y que se replicó en al menos 25 estados de la República. Lo anterior permitía suponer la posibilidad de alcanzar algunos mecanismos de solución al conflicto. No era para menos, ante manifestaciones de inconformidad de este nivel se espera de parte de los gobernantes responder ante la demandas.

Después de una serie de acciones se logró un compromiso desde la presidencia. Se había pactado para el jueves 12 una reunión con el Secretario de Gobernación. Ello nos permitió pensar que al estar con el propio secretario habría respuestas a las demandas.



El jueves la respuesta con el Secretario resultó contraria a lo esperado: "Ni un paso atrás de la reforma" y desalojar el Zócalo a la brevedad ya que se requerían al menos tres días para acondicionarlo y realizar las fiestas patrias (de nuestra "independencia"). Con ello el secretario expresó la importancia de nuestro lado festivo por encima de lograr acuerdos para beneficio de todos.

En la noche del 12, en el campamento, los maestros expresaban dudas. Nuevamente un amago de desalojo en vez de un propuesta de solución. En el campamento encontraba grupos de maestros discutiendo el qué hacer. Algunos manifestaban que tenían compromiso en sus comunidades, por lo cual se retirarían y regresarían el lunes o martes. También hubo quien se encontraba cansado, enfermo y con la urgencia de ver a la familia. La mayoría manifestaba que había que resistir. No pocos me preguntan: ¿Usted es maestro del DF?, ¿Porque no vienen los demás?. Muchos con gripe o enfermedades estomacales.
El rumor de desalojo esta presente y detecto un ambiente tenso. La acción tal vez se haría en la noche, como en el 2006, en la Ciudad de Oaxaca. Algunos se recuestan vestidos y con los zapatos puestos, otros toman café y bromean, hay quienes están en comisiones de guardia y cuidan las calles que llevan al Zócalo.

Recorro el campamento para llegar a metro Pino Suárez. Observó que en 20 de noviembre se han colocado varios camarógrafos y fotógrafos ¿Acaso saben algo?. No sé.

Llego a casa del jueves 12, son las 23:30. Observó el facebook y los correos, en especial el escrito por el maestro Miguel Ángel me despierta de mi cansancio. Me dispongo a comentar el correo ya con cierta inercia y posponiendo el posible debate. Recibo una llamada de una amiga que tiene contactos con la prensa: "Los van a desalojar en la madrugada" ¿Será? hablo por teléfono y le aviso a un compañero de Oaxaca que se vayan previendo. A pesar de todo tengo la esperanza de que no sea así. Intento dormir y me cuesta mucho trabajo.

Son las 5:45 am del viernes 13. Hasta el momento no ha pasado nada. Me imagino que los profes de Oaxaca, Chiapas y uno que otro valiente de otra sección se han de encontrar cansados y adormilados. Pasó por la estación Zócalo a las 7:00 am e intentó convencer a algunos compañeros que vayan a casa, sin embargo prefieren ir previendo el desalojo, guardar materiales y ponerse de acuerdo.

Ya en el trabajo recibo un mensaje. Les han indicado a los maestros que a las 10 am deben desalojar. Salgo de mi centro laboral y me dirijo al Zócalo. Al llegar veo a algunos profes con maletas. Sin embargo la vida comercial y cotidiana es normal. Son las 11:30 am. Llego al campamento con compañeros de la Periferia de Oaxaca. Les han indicado que a las 12:00 es la hora del desalojo. Se organizan. Quedan en el acuerdo de que se verán en el Monumento a la Revolución. Observó con cierta impotencia que no pueden transportar las ollas, anafres, cobijas, verduras, arroz, latas y leches.

Ya son pasadas las 13:00 hrs. Se escuchan unos tronidos. Salen todos los compañeros de la delegación escolar de la Periferia con la indicación de no correr y sin cargar objetos pesados o estorbosos. En la esquina de Madero y Plaza de la Constitución acuerdan que las mujeres salgan del Centro Histórico y los hombres se queden en ese punto.


A pesar de lo anterior observo que en otros campamentos todavía quedan muchas personas. Pienso en la pertinencia de retirarme. Sin embargo veo a muchas mujeres sentadas en su campamentos. ¿Por qué no se van? Me resuenan las palabras de la maestra Sofy: "¿Entonces a qué venimos? Si no nos van a dar una respuesta a menos regresaremos con dignidad y con una patada, que no digan que nos dimos por vencido".

Decido quedarme y recorrer casi todo el Zócalo. Dos helicópteros de la PFP sobrevuelan alrededor de nosotros. Nunca había observado a dos de estos aparatos volando tan bajo. Hay profes que les silban y los acribillan a mentadas. Inician las fogatas. Un profe menciona: "Es para que nos vean los medios internacionales". Uno de ellos intenta quemar la lona de la gran estructura metálica que está en el Zócalo. Varios le convencen que no es pertinente. Que las fogatas deben ser pequeñas y que el foro alberga todavía a muchas compañeras y compañeros.

Observo, no sé cómo lo logran pero algunos profes convencen al conductor de un bulldozer que lleve su máquina a la calle de 20 de noviembre. Algunos profes y jóvenes traen en la manos palos y tubos que servían de estructura de sus campamentos. En el caso de los palos, son maderas que utilizaban para sostener las tiendas de campaña y no tan gruesas. Los tubos los obtienen de las vallas del Gobierno del DF. Me parece que los palos y los tubos son más un acto instintivo de defensa que la intención de entrar en combate.
Observo sorprendido a unos jóvenes. Son muy jóvenes y pocos, tal vez unos 20. Calculo tendrán 17 a lo mucho 20 años. Hay mujeres entre ellos. Uno trae una resortera en su antebrazo. Se reúnen y comentan entre sí. Escucho a una maestra: "Vamos a decirles que estén tranquilos" No identifico de dónde son. Me tranquilizo porque se ven pacientes, fuera del momento en que lanzan una u otra mentada a los helicópteros. Uno de ellos toma de la mano a una chica. Sonríen. Recuerdo cuando era adolescente y me identificó con ellos, también me preocupan porque sé que en su entusiasmo pueden ser lastimados y culpados de los "desmanes" que pudieran presentarse.

Me encuentro con un amigo del DF de origen oaxaqueño que viene a apoyar en lo que se pueda. Con él voy recorriendo el Zócalo. Vamos a la calle de Moneda. Al fondo, por la calle de Templo Mayor, observó a los granaderos. De este lado un grupo de profesores de la Costa aguardan. Unos jóvenes, algunos con cascos de bicicleta, comienzan a formar una especie de barricada. Empujan los baños móviles y los colocan a unos 20 metros de la Plaza de la Constitución. Gritan consignas. Una maestra grita que ella no se va, que hay que resistir y que faltan hombres. Varios jóvenes y maestros tienen palos y tubos. Los profes de la Costa se encuentran atrás, como a 10 metros de distancia de los jóvenes. Observó a lado del Palacio que hay tres soldados vigilando la entrada, a unos metros de nosotros; se les nota tranquilos y me parece contradictorio que a unos metros se estén formando barricadas y ellos viendo. Es una escena más bien surrealista. Hacia Templo Mayor no hay paso. Pienso que este punto es una ratonera y que podría haber problemas.

Sigo recorriendo con José el Zócalo. Por la calle de Brasil y Tacuba el campamento de Chiapas está casi abandonado. Por la calle de Madero los comercios están cerrados. Ya hay poca gente por este lado de las calles. Muchos camarógrafos y fotógrafos.

Por la calle de 16 de septiembre y 5 de febrero observó más gente, además de profesores hay jóvenes, señoras, señores. Al fondo de las calles están resguardando la entrada al Zócalo. Hay confusión. No hay alguien que de indicaciones y si mucha espontaneidad. Por 20 de noviembre hay mucha gente. Me encuentro con los profesores de Chiapas y comentamos de manera breve. Ellos salen en el contingente. Me preguntan si todavía tienen en su campamento en la calle de Tacuba su centro de acopio. Les comento que ya no había gente y que todavía estaba en pie su campamento.

Regreso a la plancha de Zócalo. Me acercó al domo mayor y encuentro a la Comisión Nacional Negociadora y representantes de las regiones de Oaxaca discutiendo. Me sorprende que a esta hora todavía se discuta el qué hacer, una virtud del movimiento que también representa dificultades como en esta situación. Calculo que son las 14:40. Hay dos posiciones: Abandonar el Zócalo con todos los contingentes de manera ordenada y en marcha ir a Monumento de la Revolución o resistir hasta el final en la plaza y que nos vayan sacando. Prevalece más la primera aunque hay algunas maestras que gritan que hay que resistir y gritan que hay traición a la base. Los representantes de cada región se presentan en las calles donde las y los profes resguardan la que le corresponden vigilar. Alcanzó a escuchar al representante de la Costa en la calle de Moneda. "La decisión corresponde a la base. Si ustedes deciden que nos quedamos, nos quedamos a resistir, aunque la otra posición es viable" Hay varias posiciones y al menos en este lugar prevalece el mantener la resistencia. Son pasadas las 15:00 hrs. Los granaderos se han acercado y están a media calle. Observó una especie de camión con una tanqueta en la parte superior. Son las que he visto que usan para lanzar chorros de agua en manifestaciones de otros países.

Recibo algunas llamadas por celular. Me comentan, entre otras aspectos: "En los medios se ha difundido que a las 16.00 hrs van a desalojar", "el Centro Histórico está acordonado", "sólo permiten salir pero no entrar hacia las calles aledañas", "ten cuidado", "sal de ahí".

Regreso por la calle de Brasil y recorro las bocacalles de Tacuba, 5 de mayo, Allende, 16 de septiembre. Por 20 de Noviembre hay mucha gente. Me encuentro con Anabel. Me dice: "La Mixteca sale en marcha, es la decisión de la mayoría". Veo pasar a los miembros de la Comisión Nacional Negociadora y del CES. Se colocan al frente del contingente. Por las calles hay algunos grupos de maestras y maestros. Ya casi son las 16:00 hrs. Me encuentro con Carmen y dos maestras oaxaqueñas. Me dicen que engañaron el cerco policíaco y que han venido a convencer a compañeras que tiene niños para que ya salgan del Zócalo. Ellas avanzan sobre 20 de noviembre y yo me quedo a la entrada del Zócalo. José me pregunta si nos quedamos. "Hasta el último momento y salimos con el contingente". En el Zócalo hay fogatas. Son pasadas las 16:00 hrs. Observo como se empieza a prender la lona de la estructura mayor pero en un momento deja de incendiarse.

Son las 16:10. Estoy entre los profesores que saldrán en marcha y aquellos que se resisten a dejar el Zócalo. De repente escucho un estallido. En unos segundos observo como los granaderos avanzan al fondo corriendo de manera horizontal a la catedral y avanzan hacia 20 de noviembre. Varias decenas de profesores y jóvenes corren hacia donde estoy. Me encuentro a Carmen y caminamos rápido. En Venustiano Carranza ya casi todos corren. Llueven palos y tubos. Los granaderos corren y empujan a quien este al frente.

El contingente se divide. Unos salimos de frente por 20 de noviembre y otros salen por Venustiano Carranza. Los granaderos me han dado alcance pero me hago a un lado y pasan de largo. Siento el efecto de los gases y me pica la nariz y los ojos. Avanzo una calle y logro pasarlos. El gas se ha dispersado. Los granaderos se han detenido. Algunos valientes intentan regresar y enfrentarlos y nuevamente corremos. Llego a Izazaga y camino al oriente. Alcanzó a ver la tanqueta de agua y como lanza chorros hacia el sur y el oriente. Ya no tengo ánimos para seguir en este sitio. Vamos caminando y en cada calle hay granaderos o policías del DF impidiendo el paso hacia el Zócalo.

Llego a Eje Central. La gente corre. Algunos jóvenes de los ambulantes se han unido a otros e intentan enfrentarse a los granaderos. Caminamos esquivando el Eje Central y nos dirigimos al Monumento a la Revolución. Lupita me habla por teléfono. Esta a punto de llorar. Han visto como encapsularon a los profes y a unos jóvenes en Eje Central. Cuando veo a Lupita no se resiste y llora. "A los jóvenes los atraparon, se aventaron sobre ellos y los golpearon. Después los subieron a camionetas". En el Monumento a la Revolución hay pocos profesores. Poco a poco van llegando más. En las calles de camino hacia el Monumento había grupos de profesoras y profesores. Con temor de no conocer la ciudad. Por primera vez siento que ser profesor, de Oaxaca y moreno es un riesgo.¿Cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué tener miedo en mi propia ciudad sólo por ser maestro?



Recorren la calles camiones y camionetas de granaderos . Pasan a toda velocidad y con el ulular de sus sirenas. Las profesoras y profesores tratan de ocultarse, no saben que pueda suceder. A esta altura no observo a uno sólo con algún palo ya que seguramente lo delataría.

Pasan las horas. Son casi las 19:00 hrs. Empiezan a llegar al Monumento a la Revolución muchos jóvenes y profesores universitarios, amas de casa, profesores de la sección 9 y 10, administrativos de la sección 11, parientes de los maestros, fotógrafos, periodistas y otros.

Hay reuniones en cada esquina. Se hace el recuento de daños. Se solicita el apoyo.En la sección 9 Francisco Bravo habla con su tono pausado y tranquilo. Trae su brazo vendado y no me atrevo a preguntarle sobre lo que es evidente.



Salgo con Roberto a buscar a unos profesores que se han resguardado en una farmacia en la calle de Nicaragua. En el trayecto comprendo que todos los caminos al Zócalo están bloqueados. En muchos puntos veo a grupos de profesoras y profesores deambulando. Una maestra nos dice que ella pidió al chofer de un taxi la llevara a Bellas Artes y la bajó en República de Argentina y República de Perú.

Ya es muy tarde cuando regreso a casa. Al menos observo que varios profesores se han acomodado en este sitio y que llegan muchas personas con comida, bebidas calientes, cobijas y plásticos.

El sábado fue un día esperanzador. Llegué por la tarde con un nuevo cargamento de frutas al Monumento a la Revolución. Lo que vi fue un acto de amor. Decenas de jóvenes, familias, profesionistas, artistas y un largo etcétera se prodigaban con las maestras y maestros desalojados un día antes.

Las imágenes de odio que la televisión, la radio y la prensa han utilizado para justificar el desalojo causó una movilización popular en respaldo a los profesores. Señoras y niños con carteles manifestando su apoyo. Centros de acopio con ropa y comida. Artistas haciendo números gratuitos para los profes. Voluntarios sirviendo comida caliente y café a los profesores de manera interminable.

En una tienda de campaña me encuentro un joven profesor de historia de la UNAM. Han montado un puesto para ofrecer café a los profes y para acompañarlos por la noche. En otra lona hay un servicio médico con doctores titulados de la UNAM, IPN, UAM y UAEM y brindando servicio gratuito.

Domingo 15 de septiembre. Por la mañana asisto. Restablezco contacto con varios profesores. Observo en plena plancha varias personas ofreciendo comida. Me acercó para preguntar y me dicen que son una familia que apoya a los maestros. Me ofrecen arroz. Agradezco el gesto.



En otro sitio hay música. La gente está animada. Bailan algunos. Observó a un joven moreno con la cabeza y el ojo izquierdo vendado. No me resisto y le preguntó si es universitario. "No, soy maestro de Pochutla". Su historia me estremece. "Cuando entraron los granaderos avanzamos por 16 de septiembre y en la esquina con Venustiano Carranza había un grupo de jóvenes con banderas del Politécnico. Pensamos que podríamos avanzar con ellos pero al llegar nos aventaron y quedamos atrapados. Nos pegaron. En mi caso tuve desprendimiento de retina. Ya los doctores me han atendido y me llevaron a la clínica de la luz."

Un señor que lo escucha le dice que es un valiente y lo palmea en su hombro de lado izquierdo. El joven se dobla de dolor."Disculpa, no sabía que te dolía ahí"

Por la tarde del 15 observó una marcha especial.De años pasados no recuerdo en este día una manifestación. Al frente los profesores de Oaxaca. A pesar de todo, su terquedad sigue incólume. Después un amplio contingente de la sección 9, 10 y 11. Sigue el Estado de México y Veracruz. Casi en la misma proporción varios miles de estudiantes de universidades públicas (identifico de las prepas y CCHs de la UNAM, de Filosofía, de Ciencias, Economía, de las ENEPs, de la UAM, del IPN, UACM, UPN, Chapingo, Ibero, entre otros. También están algunas organizaciones sociales de la CONAMUP, UPREZ,MORENA, Juventud socialista y más. Además de todos los ciudadanos que no pertenecen a algún grupo u organización estudiantil, cultural o política.

Están aquí y han venido a dar el grito. Hoy fue un día de fiesta popular. El día en que una consigna se hizo realidad: "Todos somos la CNTE"


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